Esencialismo: la búsqueda de lo importante

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A través de Blog Hablemos de Liderazgo

Greg Mc Keown, CEO de THIS Inc, empresa cuya misión se centra en ayudar a las personas y a las organizaciones para que dediquen el 80% de su tiempo en las escasas cuestiones vitales y no en las numerosas triviales y que tiene entre sus clientes a Apple, Google, Facebook, Pixar, Twitter, o  Yahoo!, en su libro recientemente publicado, “Essentialism. The disciplined pursuit of less”, plantea que sólo cuando nos damos permiso para dejar de intentar hacer todo y de decir siempre que si a las peticiones de los demás, podremos hacer las mayores  contribuciones a las cosas que verdaderamente importan.

 

Dieter Rams fue durante muchos años el principal diseñador en Braun y está convencido que la mayor parte de las cosas son ruido y que pocas son realmente esenciales. Su labor como diseñador consiste en  filtrar el ruido para llegar a la esencia, siendo fiel al principio: “Menos pero mejor”.

 

El “esencialismo”, persigue, pues, de forma infatigable y disciplinada hacer menos pero mejor. Supone aprender a decir no y dedicar  nuestro tiempo y esfuerzo a las actividades importantes. El modelo que sigue el  “esencialista” a diferencia del que no lo es se caracteriza por:

NO-ESENCIALISTA ESENCIALISTA
PIENSA Todo para todos

 

“Tengo que”

“Todo es importante”

“¿Cómo puedo conseguir llegar a todo?”

Menos pero mejor

 

“Yo elijo”

“Sólo importan realmente unas pocas cosas”

“¿Cuáles son los beneficios y compensaciones?”

HACE La persecución indisciplinada de hacer más

 

Reacciona a lo que es más apremiante

Dice que si a las personas sin pensarlo previamente

Intenta lograr que las cosas se hagan en el último momento

La persecución disciplinada de hacer menos

 

Hace pausas para discernir lo que verdaderamente importa

Dice que no a todo salvo a lo verdaderamente esencial

Elimina los obstáculos para facilitar la ejecución

OBTIENE Vive una vida que no le satisface

 

Carga con demasiadas responsabilidades y el trabajo se resiente

Siente que ha perdido el control

No tiene seguridad de que las cosas correctas se hacen

Se siente sobrepasado y exhausto

Vive una vida que tiene un sentido

 

Elige cuidadosamente para poder hacer un trabajo excelente

Siente que tiene el control

Logra que se hagan las cosas adecuadas

Experimenta gozo en el camino

 

El camino del “esencialista” es el de tener el control de nuestras elecciones, hacia nuevos niveles de significado y éxito. En él disfrutaremos no sólo del destino, sino, también, del viaje.  Nunca hay que olvidar que si no somos capaces de establecer nuestras prioridades alguien lo va a hacer por nosotros.

 

Uno de los problemas con los que nos encontramos, en la sociedad actual, para seguir este modelo es lo que el autor llama la “paradoja del éxito” y que resume en las siguientes fases:

 

Fase 1: Tenemos claro cuál es nuestro propósito, lo que facilita que tengamos éxito y lo alcancemos.

 

Fase 2: Al triunfar ganamos la reputación de ser una persona que va a por todas y que está allí y va a responder siempre que sea necesario, por lo que se nos presentan numerosas opciones y oportunidades.

 

Fase 3: Al tener un incremento de posibilidades, aumentan las demandas y presiones que consumen tiempo y energía, lo que nos va a llevar a esfuerzos difusos.

 

Fase 4: Desviamos la atención de lo que de otra manera habría sido nuestro máximo nivel de contribución. El efecto perverso de nuestro éxito ha sido que hemos conseguido minar la claridad que nos condujo al triunfo, lo que nos puede llevar finalmente al fracaso.

 

Numerosas tendencias se han combinado para crear el perfecto marco para el “No esencialismo”. Entre ellas destacan:

1.- Demasiadas posibilidades que están superando nuestra habilidad para controlarlas y saber elegir adecuadamente. Ante ellas hemos  perdido la capacidad para saber  filtrar lo que es importante de lo que no lo es. Los psicólogos lo llaman la “fatiga de las decisiones”: cuantas más elecciones nos vemos forzados a hacer, más se deteriora la calidad de las mismas.

2.- Exceso de presión social. No sólo está aumentando el número de elecciones de forma exponencial, sino que también lo han hecho el número y la fuerza de las influencias externas sobre nuestras decisiones. Actualmente la tecnología ha disminuido las barreras para que los demás puedan compartir sus opiniones sobre aquello en lo que nos debemos centrar. No sólo se produce una sobrecarga de información, sino también de opinión.

3.- La idea de que “podemos tener todo”. Siempre ha existido pero en la sociedad actual este mito resulta especialmente dañino ya que las expectativas y posibilidades de elección han crecido de forma exponencial. Genera personas estresadas que intentan acoplar todavía más actividades en sus agendas ya sobrecargadas y organizaciones que mientras hablan del equilibrio entre vida personal y laboral pretenden que sus profesionales estén disponibles mediante  las tecnologías de comunicación actuales las veinticuatro horas del día. En lugar de prioridad se habla de prioridades lo que dificulta la elección y ejecución de lo verdaderamente importante. Si tratamos de llegar a todo y tener todo, vamos sacrificando cosas y al no centrar nuestras energías y tiempo otras personas, desde nuestros jefes a nuestra familia, termina eligiendo por nosotros y terminamos perdiendo de vista lo que verdaderamente tiene significado para nosotros.

 

El autor pone como ejemplo el estudio de la enfermera australiana Bronnie Ware que se dedica a cuidar a pacientes durante las últimas doce semanas de sus vidas y grabó lo que éstos consideraban como sus mayores equivocaciones y arrepentimientos. En el primer lugar de la lista se encontraba: “Me habría gustado tener el coraje para vivir una vida coherente con mis principios y no la que los demás esperaban de mí”. Esto requiere no sólo el tener el valor de decir no a los requerimientos de los demás en ocasiones, sino también a la eliminación deliberada y estratégica de lo que no es esencial.

Un “esencialista” lo que hace es seguir los siguientes pasos:

I.- EXPLORAR Y EVALUAR. Para ello se pregunta: “¿Esta actividad o esfuerzo va a suponer la mayor contribución posible que puedo hacer para alcanzar mi meta?” Supone discernir entre lo trivial y lo vital. Una paradoja que se produce es que “el esencialista” se caracteriza por buscar y analizar más alternativas y de un mayor espectro que el que no lo es, antes de comprometerse con alguna de ellas, para garantizar que se selecciona la más adecuada.

II.- ELIMINAR. No basta con responder a la pregunta anterior y determinar qué actividades y esfuerzos merecen realmente la pena, sino que hay que eliminar activamente aquellos que no aportan lo suficiente. Implica liberarnos de lo trivial. Peter Drucker decía: “Las personas son eficaces porque dicen que no y que algo no es para ellas”.

Suprimir lo que no es esencial significa que tenemos que decir que no a alguien y con frecuencia ir contra las expectativas sociales. Si lo queremos hacer bien necesitamos actuar con coraje y compasión, lo que supone que va a intervenir no sólo nuestra mente sino también nuestras emociones.

III.- EJECUTAR. Una vez seleccionadas las actividades que vamos a mantener debemos encontrar un sistema que nos permita que su ejecución nos suponga el menor esfuerzo posible.

El “esencialismo” es, en definitiva, una disciplina a la que recurrimos cada vez que nos encontramos ante una decisión sobre si responder afirmativamente o educadamente declinar ante  un requerimiento. Significa aprender a hacer menos pero mejor para intentar conseguir el máximo retorno en cada momento de nuestras vidas.

 

 

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